A estas alturas de siglo, inmersos en la catarsis derivada de la expansión y propagación de la COVID-19 en nuestras vidas, (casi) nadie dudará del incuestionable protagonismo de los municipios para afrontar los grandes desafíos de la humanidad. Cuando un alto porcentaje de la población mundial y un país entero como el nuestro, se ha visto confinado en sus ciudades, en sus pueblos, en sus aldeas… en sus casas, para quien tiene el privilegio de habitar bajo un techo, queda patente la necesidad de avanzar hacia la consecución de los objetivos y metas propuestos por la ONU en su ODS 11, “ciudades y comunidades sostenibles”, que nos insta a sumar esfuerzos para “lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.
“El mundo está atravesando una crisis sin precedentes mientras, la COVID-19 continúa propagándose, con decenas de miles de vidas perdidas y más de doscientos países afectados. En apenas unos pocos meses, la pandemia ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos, viajamos y socializamos. En general, las ciudades del mundo están reaccionando rápidamente a esta crisis humanitaria urbana y cómo responden es fundamental para proteger a su población, detener la pandemia y establecer el escenario de resiliencia y recuperación”.
Así lo plantea la ONU, en su Plan de Respuesta COVID-19 DE ONU-Hábitat y que, en resumen, aspira a:
• Apoyar a los gobiernos locales y las soluciones en asentamientos informales
• Proporcionar datos urbanos, esquemas y conocimientos basados en datos empíricos para tomar decisiones fundamentadas
• Mitigar el impacto económico e iniciar la recuperación
Contra la sindemia, Agenda Urbana
Advertidos reiteradamente del riesgo más que probable de la propagación de una pandemia como la de la COVID-19, hoy más que de una “pandemia”, tal y como afirmaba recientemente Richard Horton, director de la revista The Lancet, podeos empezar a referirnos a la crisis sanitaria mundial, como una “sindemia”, término acuñado por el antropólogo Merrill Singer, para referirse a la interacción entre elementos biológicos y sociales en la expansión de según qué enfermedades. Y parece innegable que los devastadores sociales, económicos y sanitarios efectos de la COVID se expanden como la pólvora…
Y lo hacen con especial virulencia, y de forma muy notable sobre los municipios, donde las huellas de la COVID-19, empiezan a expresarse con ferocidad. Un paseo por el centro de cualquier municipio. Comercios sin gente y persianas bajadas. Con el temor añadido de que las grandes y urgentes respuestas que requiere la COVID relegue a un segundo plano la vigencia de otros grandes desafíos como la crisis climática, la gestión del agua, la igualdad, la educación, el hambre, la pobreza… grandes desafíos, en definitiva, cuya batalla se ganará -o perderá- en los entornos urbanos, tal y como ha afirmado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres en reiteradas ocasiones.
“Las urbes son responsables del 70% de las emisiones mundiales de CO2. Lograr la neutralidad climática para 2050 depende en buena medida de las decisiones que se tomen en los gobiernos locales.”
Agenda Urbana española
“Más de la mitad de la población mundial vive hoy en zonas urbanas. En 2050, esa cifra habrá aumentado a 6.500 millones de personas, dos tercios de la humanidad. No es posible lograr un desarrollo sostenible sin transformar radicalmente la forma en que construimos y administramos los espacios urbanos”, leemos en el ODS 11 de la Agenda 2030.
Las Agendas Urbanas representan la hoja de ruta de los municipios para contribuir al desarrollo sostenible, y más ahora que apremia la reconstrucción del modelo productivo y el impulso de una transición ecológica y un gran “pacto verde”, en un marco de alianza y diálogo para tratar de ofrecer respuestas eficaces, sostenibles y respetuosas, sin que “nadie quede atrás”. Urge un gran pacto entre todos los agentes implicados, con amplitud de miras, asentado sobre los pilares de la sostenibilidad n su triple vertiente social, económica y medioambiental.
La Agenda Urbana Española, impulsada por el Gobierno de España en febrero de 2019, representa pues, la hoja de ruta que, en línea con la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS), marca el “camino para conseguir pueblos y ciudades más humanos”.
Una estrategia, no vinculante para las administraciones, para que, de aquí a 2030, todas las instituciones y agentes implicados –públicos, privados, tercer sector y entidades sin ánimo de lucro- se sumen al cambio y hagan de nuestros municipios –en línea con el ODS 11-, asentamientos y comunidades más sostenibles, amables, acogedores, saludables y concienciados.
¿Qué es la Agenda Urbana Española?
Tal y como recoge el gobierno es su web, estamos ante “un documento estratégico, sin carácter normativo, y por tanto de adhesión voluntaria, que, de conformidad con los criterios establecidos por la Agenda 2030, la nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas y la Agenda Urbana para la Unión Europea persigue el logro de la sostenibilidad en las políticas de desarrollo urbano. (…) Una estrategia de desarrollo urbano de carácter integrado que ofrece un Decálogo de Objetivos Estratégicos que despliegan, a su vez, un total 30 objetivos específicos, y 291 líneas de actuación, poniendo a disposición de quienes estén interesados en su implementación, un verdadero “menú a la carta” para que puedan elaborar sus propios Planes de acción. Todo ello desde una amplia visión que incluye a todos los pueblos y ciudades con independencia de su tamaño y población, y bajo el triple prisma de la sostenibilidad económica, social y medio ambiental.”
Raquel Paiz.
Periodista especializada en RSC y Desarrollo Sostenible.
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