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diciembre-enero 2022 | RSC y Desarrollo Sostenible
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Ciudadanas de segunda

La opinión de Patricia Lara
 
 
 
 
"La libertad se aprende ejerciéndola."
Clara Campoamor

El derecho al voto para la mujer fue reconocido por las Naciones Unidas en 1948, hace a penas 73 años, tras años de lucha sufragista. Fueron Estados Unidos y Gran Bretaña, los líderes en la conquista del voto femenino que se extendió como la pólvora a lo largo y ancho del planeta. Hasta este momento la mujer no era considerada como ciudadana y las dudas sobre su capacidad para ejercer este derecho fueron ampliamente debatidas. La conquista del voto fue irregular según el país, y ha sido cuestionado con demasiada frecuencia. No sé hasta qué punto somos conscientes de lo reciente que es este hecho. Parece una obviedad, como si viniera dado al nacer, como si no lo hubiéramos tenido que conquistar con tesón y lucha.

Como dice la cita, “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”. Urge por tanto refrescar la memoria y poner en valor las conquistas que se han alcanzado a pesar de los continuos ataques y desprecios a un movimiento loable como es el feminismo.

La formación del movimiento sufragista data de 1848, tomando como fecha de constitución, el año de la publicación del célebre documento de la Declaración de Sentimientos de Seneca Fall, dando lugar a la “segunda ola del feminismo”. Fueron ellas, las sufragistas, las precursoras de una lucha organizada a nivel internacional para dignificar la ciudadanía no reconocida de la mujer. Unas lo hicieron mientras ocupaban su lugar como madres, esposas, hermanas e hijas… y otras lucharon con protestas de las más duras que se conocen como manifestaciones, panfletos, huelgas de hambre, encadenamientos, atentados… sufrieron represión, encarcelamiento y muerte, se les prohibió reunirse, se las amenazó, persiguió e instigó… pero lo lograron, por nosotras, para nosotras.

El caso de España es especialmente llamativo. Fue en la Segunda República, en 1931, que se reconoce el derecho al voto para la mujer por primera vez como sufragio pasivo, por lo que se les permitió presentarse como candidatas. Gracias a la labor política de mujeres como Clara Campoamor, Margarita Melken y Victoria Kent se inicia un debate sobre el derecho al voto de la mujer española donde se cuestionó su capacidad para votar por su falta de formación, o si las mujeres casadas debían votar, por aquello de no abrir rencillas dentro del matrimonio… en fin… qué más decir. Una vez sometido a voto, quedó reconocido este derecho para las mujeres españolas el 1 de octubre de 1931. Sin embargo, la dictadura Franquista abolió el derecho al voto para toda la población y no será restituido hasta 1977. Sí, parece mentira, pero las mujeres de este país solo hemos votado los últimos 44 años de democracia.

“Tuve suerte, muchas mujeres lucharon y perdieron la vida o la libertad para que yo naciera en un momento en el que este derecho me estaba reconocido, pero no puedo obviar lo mucho que le debo al feminismo y a su lucha”.

Reflexionemos pues, como mujeres, si cuestionar una lucha así, si cuestionar al feminismo y a su labor, no es cuestionar nuestra propia libertad y el derecho a ejercerla, conquistada para nosotras. En todo el mundo, miles de mujeres se alzaron y se organizaron para reflexionar sobre su situación en una sociedad que no les reconocía (y en muchas partes del mundo aún no les reconoce) el derecho a tener voz. Todas ellas aportaron su análisis, su experiencia, su inteligencia, su vida, su esfuerzo… para alcanzar mejoras que hoy nos resultan incuestionables. No ha sido fácil, no es fácil y como toda lucha por los derechos humanos, no puede ir hacia atrás ni puede ser cuestionada su legitimidad.
Aún queda mucho por conquistar, una amplia parte del mundo está lejos de estas conquistas, un extenso mundo donde nacer mujer es sinónimo de riesgo de muerte y donde vivir con un mínimo de dignidad humana no está garantizado para nosotras. Cada día, cada hora, cada minuto, cientos de mujeres en todo el planeta sufren la desigualdad y el abuso, por lo que es un deber moral recordar que la marcha atrás no es una posibilidad.

Por todas las que han luchado para promover los cambios necesarios que hoy disfruto y enseñarme cuales son los cambios que me toca luchar. En honor a su valentía y a su inteligencia hoy alzo mi voz para honrar su labor y deseo fervientemente estar a la altura de su esfuerzo y su tesón. Gracias por tanto.

Patricia Lara Roldán
Profesora de Lengua Castellana y Literatura
Lda. En Filología Hispánica