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Agua, la piedra angular de la sostenibilidad |
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Francisco Lombardo, presidente del Foro de la Economía del Agua
Coetáneo a las grandes iniciativas de Sostenibilidad, la historia del Foro de la Economía del Agua discurre paralela a dos grandes hitos: la histórica Conferencia sobre el Clima de París (COP 21), impulsora del primer acuerdo universal, con carácter vinculante, el Acuerdo de París, sobre cambio climático. Y en paralelo a la Agenda 2030, la -entonces nueva- agenda de desarrollo sostenible, refrendada unánimemente por los 193 países miembros de Naciones Unidas.
Desde aquel histórico año 2015, en que todo parecía señalar viento a favor para remar en una misma dirección, con un horizonte temporal consensuado, año 2030… grandes hitos han marcado el devenir de la humanidad y del Planeta. Una pandemia de alcance global, el despertar consciente de la juventud reclamando un futuro digno, fenómenos meteorológicos extremos… y escasos avances en este objetivo común por y para el Planeta. Por y para la humanidad.
Y sea por la razón que fuere, con respecto a los grandes objetivos planteados por Naciones Unidas tanto en los 17 ODS y 169 metas, y las diferentes Cumbres del Clima, el tiempo parece haberse detenido. Y respecto de los grandes desafíos a los que, como humanidad nos enfrentamos, no hay demora posible.
Hace unas semanas, con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, el pasado 22 de marzo, Naciones Unidas nos proponía reflexionar sobre el valor del agua. Y el valor del agua es mucho mas que su valor económico.
• El valor del agua es el valor que otorgamos a la vida.
• A la calidad de vida en los territorios.
• A su capacidad como tractor económico y fuente de progreso.
• El valor del agua es el valor que le otorgamos como derecho inherente a la existencia humana.
Desde que los 193 países miembros de las Naciones Unidas refrendaran su compromiso con el desarrollo sostenible como el único de los desarrollos posibles, la humanidad cuenta con una hoja de ruta y con una agenda de desarrollo sostenible global y que contempla todas las variables de la sostenibilidad: medioambiental, social y económica.
Naciones Unidas nos dota, pues, de una agenda, una hoja de ruta, 17 objetivos estratégicos y 169 metas. Y una estrategia clara para conseguir el desarrollo sostenible en todas sus vertientes: las Alianzas. El reto es tan importante que, sin el concurso de todos los actores, será imposible alcanzarlo, y así lo declara en el ODS 17.
Agua y saneamiento son algo más que el dictado de dos derechos humanos. Proveer agua y saneamiento a la humanidad, a lo largo y ancho del planeta, debiera ser uno de esos compromisos universales, al que cada uno de nosotros debiera poder sumar sea cual sea su ámbito de actuación, de influencia o de poder.
Agua y saneamiento son derechos universales e inequívocos y, desde 2010, lo son, además, reconocidos por Naciones Unidas.
Las transformaciones que derivan de la crisis climática se expresan con ferocidad en el agua (subida de las temperaturas medias, lluvias torrenciales e inundaciones, etc.) y harán que, de no remediarlo, los problemas medioambientales de los últimos años se magnifiquen, empezando por uno de los más acuciantes en países como el nuestro: el estrés hídrico.
Pero, a veces, el problema es una oportunidad: este contexto permite… o más bien exige, el desarrollo de estrategias, compromisos y acciones en torno al agua, en las que el agua pase de ser un más que posible problema, a ser la solución.
Contribuir al logro del ODS 6, Agua y Saneamiento, e incidir paralelamente, en el resto de los objetivos estratégicos de la Agenda 2030, requiere del compromiso de todos los actores (públicos, privados, academia, tercer sector y sociedad civil); requiere de inversiones que tengan en la digitalización, en la innovación, y en la capacidad de adaptación y respuesta a nuevos escenarios su razón de ser, teniendo en cuenta, además, que el coste de no actuar es mucho más elevado que el coste de las inversiones que se plantean como necesarias.
Agua mejorada, un nuevo paradigma
Requiere, además, de la definición de un nuevo marco conceptual vertebrado en torno al agua renovable, un nuevo paradigma con el que se aspira a reducir drásticamente la dependencia del clima para disponer de agua, en el que adquiramos un relevante papel como generadores de agua dulce, y en el que la humanidad en general pase de ser extractora a productora del recurso.
El concepto de agua renovable se fundamenta en la utilización de fuentes alternativas de abastecimiento (como la reutilización o la desalación, lograda a través de la utilización de energías renovables y la reutilización de las salmueras) pero, además, apuesta por garantizar unos elevados estándares de eficiencia y sostenibilidad, con objetivos que habrían de aproximarse al nivel 0 de pérdidas en red, tanto de abastecimiento como en saneamiento.
Hemos de impulsar el desarrollo de tecnologías que permitieran la reutilización del agua, del agua regenerada en múltiples actividades, y su posterior devolución al medio natural en mejores condiciones incluso que las captadas, agua mejorada, gracias a la implementación de medidas que permitan medir la calidad de agua en tiempo real y aseguren estos parámetros. En este sentido, la tecnología y los recursos de los que disponemos nos sitúa en un contexto en el que, por primera vez en la historia, nos encontramos en disposición de ser “generadores de agua dulce”, de manera eficiente y progresivamente más económica, lo que sin duda será fundamental para dar respuesta a los niveles crecientes de demanda de agua.
Probablemente así, sea más fácil que el mundo de 2030, no solo sea más justo y solidario, sino que sea sostenible en sí mismo.
https://forodelaeconomiadelagua.org/
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